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A pesar del desarrollo socioeconómico de los últimos diez años, la pobreza y la desigualdad siguen siendo un problema importante en Camboya. Teniendo en cuenta la tasa de pobreza multidimensional de las Naciones Unidas, se ha producido una mejora en Camboya. Esta cifra ha pasado del 46,8% de la población en 2011 al 33,8% en 2014. Durante el mismo periodo este índice subió de 0,211 a 0.150. Sin embargo, Camboya sigue ocupando el puesto 143 de 187 países (2015) en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, situación agravada por la creciente desigualdad. Así, si bien se pueden observar progresos, una gran proporción de la población (83%) sigue siendo vulnerable a la pobreza, hasta el punto de que acontecimientos que a priori son insignificantes pueden ser suficientes para que muchos camboyanos vuelvan a caer en la pobreza. La mayor parte de la población (80%) vive en zonas rurales y más de la mitad (55%) vive de la agricultura. La mayor parte de la producción agrícola se realiza en granjas familiares de menos de 0,5 ha, que se considera la superficie mínima para satisfacer las necesidades nutricionales básicas de las familias.

(1) Desde su apertura al mundo exterior, tras dos décadas de conflictos internos, una gran parte del cultivo de arroz camboyano se ha integrado en sectores modernos de Vietnam o Tailandia que dependen en gran medida de los precursores químicos. A fin de mantener el rendimiento de los cultivos, su uso está aumentando en algunas partes del país. Sin embargo, el precio final de las producciones no aumenta de forma concertada. Como resultado, los ingresos de los agricultores disminuyen. Más allá de la pérdida de ingresos, estos precursores químicos tienen efectos directos sobre la salud, el medio ambiente y la calidad de los productos. Según las normas establecidas en julio de 2014 por la OMS y la FAO, 1 kg de arroz no debe contener más de 0,2 mg de arsénico. Sin embargo, en la zona de Kandal, por ejemplo, algunas muestras pueden alcanzar 0,649 mg de arsénico por kg de arroz. Por ejemplo, la Unión Europea ha impuesto una serie de medidas a Camboya para reducir los niveles de residuos químicos en el arroz, como el arsénico y el triciclazol. Es evidente que Camboya necesita soluciones sostenibles para sus sistemas de producción agrícola;

(2) El acceso a créditos asequibles es otro desafío para los agricultores camboyanos. Los prestamistas no oficiales utilizan tipos de interés que oscilan entre el 3 y el 5% mensual, que a menudo son inaccesibles para los agentes agrícolas. Las instituciones micro financieras oficiales (IMF), por otro lado, utilizan préstamos con una tasa promedio del 1,3% mensual. Éstas están sujetas a la concesión de garantías sobre la tierra, lo que también dificulta el endeudamiento de las cooperativas agrícolas, ya que disponen de pocas posesiones que puedan aportar como garantía;

(3) La falta de acceso a los mercados y a los subsidios gubernamentales hacen que los productos agrícolas sean vulnerables a las fluctuaciones de los precios agrícolas internacionales. En general, las organizaciones de agricultores carecen de la capacidad y las aptitudes empresariales necesarias para llevar a cabo actividades comerciales;

(4) La falta de interés y la escasa participación de los jóvenes en la agricultura conducen a una baja productividad del sector y plantean la cuestión de su sostenibilidad;

(5) Existen pocos modelos de desarrollo científico adaptados a las limitaciones locales y la capacidad de investigación de las universidades camboyanas son muy limitadas;

(6) Las cooperativas agrarias aún no están lo suficientemente fuertes y consolidadas para servir profesionalmente a los intereses de sus miembros.