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Diagnóstico de género y línea de base de Pamparomás 2018
Diagnóstico de género y línea de base de la Merced 2018
Si Dios fuera mujer… ¡qué lindo escándalo sería!
Si Dios fuera mujer… ¡qué lindo escándalo sería!
Walter Chamochumbi (1)
“Si Dios fuera mujer”, es el título de un notable poema del escritor uruguayo Mario
Benedetti, “…qué lindo escándalo sería, qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa
blasfemia”, cierra su último verso. Y es que, a propósito del 8 de marzo y transcurrido más
de un siglo de conmemorar el día internacional de la mujer, no terminamos de darnos
cuenta del inefable androcentrismo que aún subyace -y bien resiste- en nuestras sociedades:
un fantasma que nos sigue socavando en vidas, derechos y aspiraciones de millones de
mujeres; un fantasma que sigue confabulando y tolerando sus increíbles formas de violencia
y de discriminación.
No debemos acaso, como sugiere el poema de Benedetti, escandalizarnos frente a lo que se
nos sigue imponiendo como una verdad normalizada. Desestructurar nuestro inconsciente
androcentrista del imaginario social, romper con aquel pensamiento preeminente de que la
dominación masculina es un hecho natural e inmanente a nuestra sociedad y por ende a sus
instituciones: familia, iglesia, escuela, estado.
No debemos acaso persistir en el desafío de reconstruir una sociedad plural, democrática e
inclusiva, a partir de nuestra propia diversidad cultural y desde una nueva forma de mirarnos
y aproximarnos (campo-ciudad). No podemos acaso ser capaces de avizorar nuevas rutas de
entendimiento y relacionamiento de mujeres y hombres: en sus roles y funciones
específicas, en sus diferencias y complementariedades; apostar por forjar una nueva
perspectiva histórica, política, cultural y un nuevo horizonte de desarrollo que logre ser
duradero y armónico en lo social, ambiental y económico.
“Las mujeres no nacen, se hacen”, sostenía la filósofa francesa Simone de Beauvoir, en tanto
logren -en efecto- liberarse de la esfera de la dominación masculina para luego existir y ser
sujetas de su propio destino e historia. Poderoso pensamiento feminista que de hecho
movilizó y perfiló una nueva dimensión política sobre el rol y devenir de las mujeres en la
sociedad mundial. Desde entonces es cierto hay avances en un mayor reconocimiento de su
aporte en los diferentes campos del pensamiento y quehacer humano, en las más diversas y
complejas sociedades y culturas, incluso en las más retrógradas, así como en su permanente
lucha por lograr cambios sustantivos a favor de sociedades más plurales, justas e igualitarias.
Sin embargo, el cambio de paradigma implica un desafío permanente, un punto de quiebre
sobre la percepción tradicional y conservadora, que, en mayor o menor medida, tenemos
hombres y mujeres sobre nuestro rol y función en la sociedad. Implica cuestionar nuestro
pensamiento político, nuestras creencias religiosas, nuestro ser y devenir; implica en síntesis
cuestionar nuestra propia filosofía de la vida y de la existencia como sujetos sociales.
Creer que es posible acabar con “la eternización de lo arbitrario” -como titula la obra del
sociólogo Pierre Bourdieu- y sacudirnos este gran lastre de pensamiento, es un imperativo
moral generacional que debemos reconocer contra quienes defienden el statu quo. Sigamos
pues animando nuevas consignas y sueños: Si Dios fuera mujer…¡qué lindo escándalo sería!
Reedición de artículo escrito el 7/03/2013 en alainet (1)
+Desarrollo y territorios seguros para comunidades campesinas y nativas : urgente desafío camino al bicentenario peruano
En torno al próximo bicentenario de creación de la república peruana, el año 2021, se viene generando un ambiente de cierta expectación y de controversia sobre su real significado país; ello en medio de la grave crisis política e institucional devenida de la corrupción sistémica, que indigna a la ciudadanía y que ralentiza su aspiración legítima de lograr un verdadero desarrollo inclusivo, equitativo y solidario. Empero la cuestión previa implica analizar si en efecto hemos avanzado en reconocernos plenamente como nación multicultural y multilingüe, desentrañando las complejas relaciones de dominación y sujeción devenidas del periodo colonial en torno a la cultura occidental y las culturas originarias. Porque desde la derrota del colonialismo europeo y del complejo camino en la conformación de las repúblicas independientes de la región, como Perú, debemos reflexionar si con el enfoque occidental moderno de estado-nación han evolucionado las estructuras políticas y de gobierno o seguimos el mismo patrón de dominación impuesto desde el siglo XVI.
Existen puntos pendientes de analizar en la evolución del estado-nación peruano, en particular con relación al marco de legalidad, institucionalidad y de buena gobernanza en los territorios de casi diez mil comunidades campesinas y nativas a nivel nacional (herederas de culturas y pueblos originarios en 9 mil años de historia), porque se soslaya, contraviene o ignora sus derechos preexistentes a la república, a la constitución política, a los compromisos del Convenio 169 de OIT y a la Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, entre otras normas. Por eso nos preguntamos cuánto hemos avanzado en desarrollar un pensamiento crítico sobre las profundas raíces ideológicas desde la colonia y del patrón de dominación que lo caracterizó: rasgos de una estructura de pensamiento eurocentrista devenida en prejuicios y estereotipos reflejados en las profundas desigualdades socioeconómicas y culturales que aún vive la sociedad peruana.
Si bien los avances en materia de crecimiento económico y reducción de la pobreza monetaria hicieron que en la última década el Banco Mundial considere al Perú como país de renta media, tal avance no explica por qué los índices de desarrollo humano son dispares y relativos en las zonas rurales. Por qué el estancamiento secular y marginación de su población con relación al centralismo capital limeño y las élites que gobiernan el país, muy distante de su realidad. Por qué su población rural estimada en no menos de un millón y medio de familias campesinas y nativas parece seguir invisible al estado. Y aun cuando habitan en zonas alejadas y extremas en geografía y climas presentan enormes potencialidades en recursos naturales y proveen valiosos servicios agroalimentarios, ambientales y en salud al país. Sin embargo, la pobreza multidimensional persiste con varias carencias y demandas de atención en servicios básicos: agua, desagüe, salud, educación, desnutrición e inseguridad alimentaria, así como problemas de migración, de la falta de oportunidades y empleo, etc. Situación que demanda la mayor atención del estado y sus sectores competentes, porque se trata de derechos fundamentales en la agenda de desarrollo de las comunidades campesinas y nativas.
A la fecha el MINAGRI, ente rector de la política de titulación de comunidades, no tiene información oficial actualizada del total de comunidades campesinas y nativas; tampoco se cuenta con un mapa catastral oficial de sus territorios, pese a que representan casi la mitad del territorio nacional. Desde hace décadas más de 4 mil comunidades son desatendidas por el estado en su reconocimiento, saneamiento y titulación generando inseguridad jurídica territorial y relativo desarrollo. La agricultura familiar, ganadería, pesca y otras actividades tradicionales claves de las que viven las comunidades son amenazadas por grupos económicos de poder, legales e ilegales, al amparo de políticas económicas que -en base al modelo primario exportador y la flexibilización de las regulaciones ambientales-, favorecen la expansión de proyectos de inversión minera, petrolera, gasífera, maderera, etc., implicando contaminación y degradación ambiental en sus territorios.
Con casi dos cientos años de historia país, es imperativo una profunda reflexión autocrítica del rol tuitivo del estado peruano. Siendo crucial la voluntad política del gobierno para cimentar un diálogo plural y continuo con las comunidades, con sus organizaciones y sus propuestas. Urgente desafío camino al bicentenario.
09/01/2019 – Walter Chamochumbi – Asesor de Eclosio, Programa Región Andina.