- Perú
- Artículos
Uno de los recursos más preciados el día de hoy es el agua, no solo porque representa un alto porcentaje del requerimiento diario para mantener la salud de los individuos, sino porque es vital para asegurar la producción de alimentos en la práctica agrícola. No obstante, los últimos años la disponibilidad de agua se ha ido reduciendo, causando el llamado estrés hídrico global, impulsado por el cambio climático y el deshielo de glaciares, lo que está afectando la cantidad y calidad del agua disponible. Según la FAO, entre 2015 y 2020, el estrés hídrico mundial aumentó de 18,06 % a 18,23 %, con grandes disparidades regionales. Para 2050, la población expuesta al estrés hídrico podría duplicarse, afectando a mil millones más de personas, lo que generaría conflictos y riesgos para la seguridad hídrica.
En regiones montañosas como los Andes y Asia central, los glaciares han perdido gran parte de su volumen, alterando los sistemas hidrológicos y aumentando el riesgo de inundaciones. A futuro, la disminución de estos recursos intensificará las sequías, afectando el consumo, la agricultura y la energía. Esto subraya la urgencia de adoptar estrategias innovadoras que ayuden a conservar y a incrementar las reservas de agua y una gestión integral del agua que involucre la participación de las poblaciones.
Una respuesta a este problema es el trabajo que Kevin Lane, investigador de CONICET, ha estado realizando en relación con el agua en los Andes. El viernes 20 de setiembre de este año, Kevin presentó la conferencia El Pasado del Agua en el Futuro: registro digital de represas prehispánicas en los Andes, en la Universidad Nacional Agraria La Molina, promovida por el profesor Roberto Ugas y organizaciones aliadas como Eclosio y Diaconía. La presentación se basó en la experiencia de Kevin y su equipo recuperando la represa de Ricococha Alta. Esta estructura fue construida por los huaylas y recuperada por los incas, fue clave frente fenómenos climatológicos que secaron los Andes en esos tiempos. Su rehabilitación se realizó con técnicas locales y geomembranas, que provee agua a comunidades en la Cordillera Negra, donde no hay glaciares. Kevin Lane destaca que estas represas prehispánicas, más económicas y resistentes a sismos que las modernas, ofrecen soluciones al cambio climático y podrían alimentar de agua para la agricultura, especialmente de pequeños productores en los Andes. Además, su rehabilitación preserva el patrimonio arqueológico y la historia de los pueblos.
Asimismo, Kevin resalta que recuperar algo que él llama “capacidad instalada” es una forma de resistencia frente a la idea de modernidad actual, donde el concreto, “el rey cemento”, tiene un lugar central para las poblaciones y, especialmente, para los decisores políticos. Programas como Sierra Azul, han construido represas “modernas” de concreto con la finalidad de proveer de mayor volumen de agua a las comunidades, no obstante, los resultados sobre su duración no han sido alentadores. A este respecto, el Sr. Alberto Gutiérrez Enciso, Jefe de la Oficina de Planeamiento, Presupuesto y Seguimiento de Sierra Azul, quien fue panelista en la presentación, manifestó que el programa está realizando esfuerzos para incorporar las represas prehispánicas en su planificación y está abierto a dialogar con estas experiencias. Por su parte, Laureano Del Castillo, presidente del Instituto de Promoción de la Gestión del Agua IPROGA, también panelista, habló sobre la necesidad de cambiar la mirada hacia el patrimonio arqueológico como los andenes, que deberían estar integrados al paisaje y a la actividad humana, en lugar de ser lugares intangibles. Esto, dice Laureano, implica tener una visión más integral y transdiciplinaria de la gestión del agua.
Finalmente, las y los estudiantes y docentes, y público en general, que asistieron a la conferencia mostraron su gran interés en el tema y reafirmaron la importancia de realizar más investigaciones para entender el aporte de la rehabilitación de estas represas en la salud hídrica y la reconfiguración de los ecosistemas.